Imagina que has perdido a uno de tus padres y, en medio del duelo, toca sentarse con tus hermanos a hablar de “lo que ha dejado”. Si encima hay testamento, parece que debería ser sencillo, ¿no? Pues no siempre. De hecho, en muchos casos es ahí donde empiezan los líos: en el reparto de herencia entre hermanos con testamento.
Si tú también te preguntas cómo se reparte una herencia entre hermanos cuando sí hay testamento, este artículo es para ti. Vamos a desmontar confusiones, aclarar conceptos como legítima, mejora o libre disposición, y sobre todo, te explicaremos qué puedes hacer tú si estás en medio de una herencia familiar.
Porque sí, hay normas, límites y también margen de maniobra. Y lo más importante: cada decisión que tomes hoy puede evitar (o provocar) un conflicto mañana.
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Vamos al grano.
Qué significa repartir una herencia “con testamento”
Cuando una persona fallece, el proceso de repartir sus bienes puede seguir dos caminos: con testamento (sucesión testada) o sin él (sucesión intestada). En este blog nos centramos en el primer caso, porque aunque tener testamento debería facilitar las cosas, lo cierto es que no se puede hacer lo que uno quiera ni siquiera habiéndolo dejado por escrito.
Y aquí entra el primer concepto clave: los herederos forzosos (también llamados legitimarios). ¿Qué significa esto? Que hay personas que, por ley, tienen derecho a una parte mínima de la herencia, sí o sí.
¿Quiénes son estos herederos forzosos?
- Los hijos o descendientes, si los hay.
- Los padres o ascendientes, si no hay hijos.
- El cónyuge viudo, que no es heredero como tal, pero sí tiene derecho a una parte del uso y disfrute (usufructo).
Esto quiere decir que, por mucho que en vida alguien quiera “desheredar” a un hijo o dejarlo todo a su pareja, la ley establece un mínimo obligatorio que no se puede esquivar (salvo en casos muy excepcionales y justificados ante notario o juez).
Un ejemplo que lo deja claro
Imaginemos que Julio fallece y deja testamento. Está casado con Julia y tiene dos hijos: Julito y Julita. Aunque Julio tenga claro que quiere beneficiar más a Julita, hay una parte de su herencia que debe repartir obligatoriamente entre ambos hijos. Solo una parte podrá asignarla libremente, y ahí sí podría favorecer a Julita si lo desea.
Este marco legal existe para evitar abusos, garantizar cierta equidad entre generaciones y proteger a quienes dependen patrimonialmente del fallecido.
La tarta de la herencia: los 3 tercios legales explicados
Una de las dudas más comunes cuando se reparte una herencia con testamento es: “¿Qué parte puedo dejar a quien yo quiera?”. Y la respuesta está en una metáfora que usamos mucho porque funciona muy bien: la herencia es como una tarta que se divide en tres porciones muy concretas. Cada una de ellas tiene un nombre, una función y unos límites legales.
1. Legítima estricta (1/3)
Esta parte está blindada por la ley. Sí o sí debe repartirse entre los herederos forzosos, y no se puede modificar en el testamento.
Si hay varios hijos, esta tercera parte se reparte a partes iguales entre todos. Si solo hay uno, es toda para él.
2. Tercio de mejora (1/3)
Aquí es donde el testador puede empezar a tomar decisiones. Este tercio también está destinado a los herederos forzosos (hijos o descendientes), pero puede usarse para beneficiar a uno más que a otro.
Por ejemplo, Julio puede dejar este tercio solo a Julita si quiere premiar su dedicación o ayudarla más.
3. Libre disposición (1/3)
Este tercio es totalmente libre. Julio puede dejarlo a quien quiera: a Julia, a una ONG, a un sobrino o incluso a un amigo. No hay límites ni condiciones. Es el único tercio con total flexibilidad.
Aplicación práctica del caso
Si Julio está casado con Julia y tiene dos hijos, Julito y Julita, al ir al notario deberá tener claro que:
- 1/3 será para Julito y Julita por igual (legítima estricta).
- 1/3 podrá usarlo para mejorar a Julita, por ejemplo (tercio de mejora).
- 1/3 podrá dejárselo a quien quiera, como Julia (libre disposición).
Esta estructura evita que un padre o madre pueda desheredar completamente a un hijo sin causa grave. Pero al mismo tiempo, deja un margen para tomar decisiones personalizadas.
Derecho de usufructo del cónyuge superviviente
Cuando fallece una persona casada, su cónyuge no siempre hereda parte de los bienes, al menos no en propiedad directa. Lo que sí suele tener es el derecho de usufructo, un concepto jurídico que suena raro pero que es muy importante entender.
¿Qué es exactamente el usufructo?
El usufructo es el derecho a usar y disfrutar de ciertos bienes, aunque no seas el propietario. Por ejemplo, la viuda o viudo puede seguir viviendo en la vivienda familiar, o beneficiarse de las rentas de un inmueble alquilado, aunque el piso ya pertenezca legalmente a los hijos.
Este derecho existe para proteger económicamente al cónyuge superviviente, especialmente cuando hay hijos o familiares que heredan la propiedad de los bienes.
¿Qué parte le corresponde al cónyuge?
La ley establece un porcentaje variable del usufructo, dependiendo de con quién comparta la herencia:
- Si hay hijos o descendientes → tiene derecho al usufructo del 1/3 de mejora.
- Si no hay hijos, pero sí padres → le corresponde el 1/2 del total.
- Si no hay ni hijos ni padres → puede disfrutar del 2/3 de la herencia.
En la práctica: si Julia sobrevive a Julio y tienen hijos, ella podrá usar y disfrutar el 1/3 de mejora, aunque no sea propietaria de esa parte.
Si no tuvieran hijos y viviera el padre de Julio, ella tendría el usufructo del 50%.
Y si Julio no tuviera ni hijos ni padres, Julia usaría el 66% de su herencia.
Ojo: el usufructo no da propiedad
Este derecho es temporal (hasta que fallece el cónyuge viudo), y puede convertirse en capital o bienes concretos si se pacta con los herederos. También puede generar conflictos si no se entiende bien o no se valora correctamente.
Por eso es tan importante acudir a una notaría o asesor legal que explique bien cómo se articula.
Distribución práctica según distintos escenarios
Ahora que ya conoces cómo se estructura legalmente una herencia (legítima, mejora y libre disposición) y el papel del cónyuge superviviente, vamos a bajar esto a tierra. Porque cada familia es un mundo, y el reparto no siempre se da en las mismas condiciones.
Aquí tienes los escenarios más comunes y cómo se reparten los bienes en cada caso.
Caso 1: Fallecido con cónyuge e hijos
Ejemplo: Julio muere, deja testamento, está casado con Julia y tienen dos hijos, Julito y Julita.
- 1/3 legítima estricta → se reparte obligatoriamente entre Julito y Julita.
- 1/3 mejora → Julio puede dárselo todo a Julita si quiere.
- 1/3 libre disposición → Julio puede dejárselo a Julia, a una ONG o a quien quiera.
- Julia, como cónyuge viuda, tiene usufructo del tercio de mejora.
Caso 2: Fallecido sin hijos, pero con cónyuge y padres
Ejemplo: Julio muere, está casado con Julia, pero no tienen hijos. Vive su padre, Julián.
- 1/3 legítima → debe ir a Julián (padre de Julio).
- 2/3 libre disposición → Julio puede dejarlo a Julia o a quien desee.
- Julia tiene derecho al usufructo del 50% de la herencia.
Caso 3: Fallecido sin cónyuge, hijos ni padres
Ejemplo: Julio muere soltero y sin hijos ni padres vivos. Tiene hermanos.
- No hay herederos forzosos.
- Toda la herencia entra en libre disposición, según su testamento.
- Si no hay testamento, la herencia se reparte entre los hermanos a partes iguales (sucesión intestada).
Caso 4: Hijos renuncian a la herencia
Ejemplo: Julito renuncia a su parte por deudas o motivos personales.
- Su parte pasa a sus descendientes (si los tiene).
- Si no tiene, se reparte entre los demás herederos.
- Si todos renuncian, puede intervenir el Estado.
Claves para evitar problemas
- Asegúrate de que el testamento refleja bien tu voluntad.
- Considera incluir un contador-partidor (persona que reparte la herencia).
- Habla con los herederos en vida para evitar malentendidos.
- Y sobre todo: acude a asesoría legal especializada antes de firmar nada.
Aceptación o renuncia de la herencia: ¿qué implica?
Cuando llega el momento de repartir la herencia, ningún heredero está obligado a aceptarla automáticamente. De hecho, aceptar sin pensar puede ser un error si hay deudas o situaciones complejas detrás. Aquí es donde entran en juego tres opciones clave que debes conocer bien:
Aceptación pura y simple
Es lo que la mayoría de personas hace, muchas veces sin saberlo: aceptar la herencia tal cual viene, con todos sus bienes… y todas sus deudas.
- Se hace ante notario o por actos que impliquen que se ha aceptado (por ejemplo, vender un bien heredado).
- El heredero responde con todo su patrimonio, no solo con lo heredado.
- Si hay deudas, puede ser un gran riesgo.
Aceptación a beneficio de inventario
Esta opción protege al heredero. Permite aceptar la herencia pero solo hasta donde alcance su valor. Es decir, si hay más deudas que activos, no se pierde dinero propio.
- Requiere tramitación formal ante notario o juzgado.
- Muy recomendable si no se conoce bien el patrimonio del fallecido.
Renuncia a la herencia
Puede hacerse por muchos motivos: deudas, evitar conflictos, dejar paso a descendientes, etc.
- Se renuncia ante notario y debe constar claramente.
- Si se hace, no se puede deshacer.
- La parte renunciada pasa al siguiente en la línea sucesoria (hijos, hermanos… según el caso).
Otras figuras clave que pueden ayudarte
- Contador-partidor: persona nombrada en testamento o por los herederos para repartir la herencia. Facilita el proceso y evita conflictos.
- Cláusula de interpelación: permite forzar a un heredero indeciso a que diga si acepta o no.
Aceptar o renunciar es una decisión legal, fiscal y emocionalmente delicada. Si tienes dudas, lo mejor es consultarlo antes de firmar o actuar.
Implicaciones fiscales y tramitación práctica
Aceptar una herencia no solo es un trámite emocional o legal: también tiene una dimensión fiscal muy importante. De hecho, muchas herencias se complican o incluso se renuncian por los costes que conllevan. Aquí te explicamos lo esencial para que no te pille por sorpresa.
El Impuesto de Sucesiones
Es el tributo que hay que pagar por recibir bienes de una herencia. Se aplica a cada heredero según lo que reciba, y varía mucho dependiendo de la comunidad autónoma en la que residía el fallecido.
- En algunas comunidades (como Andalucía o Madrid) hay bonificaciones altas, incluso del 99%.
- En otras, como Cataluña o Asturias, los impuestos pueden ser mucho más elevados.
Por eso es esencial consultar la normativa autonómica o dejarse asesorar antes de aceptar.
¿Quién lo paga y cuándo?
- Lo paga cada heredero, proporcional a lo que reciba.
- El plazo general es de 6 meses desde el fallecimiento, prorrogable por otros 6 si se solicita.
- Si no se paga a tiempo, puede haber recargos, intereses o sanciones.
Tramitación básica de la herencia
- Certificado de defunción.
- Certificado de últimas voluntades (para saber si hay testamento y dónde).
- Copia autorizada del testamento (si existe).
- Inventario de bienes y deudas.
- Escritura de aceptación de herencia ante notario.
- Liquidación del impuesto de sucesiones.
- Inscripción de los bienes en los registros (propiedad, vehículos, etc.).
¿Puedo optimizar fiscalmente?
Sí, existen herramientas como:
- Pactos sucesorios (en comunidades donde están permitidos).
- Donaciones en vida con condiciones.
- Testamentos que evitan doble imposición (por ejemplo, si un heredero es también donatario o usufructuario).
Pero todo esto requiere planificación previa, así que si estás en vida y quieres dejar las cosas ordenadas, no esperes a “otro momento”.
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Conclusión: entender y decidir bien, la mejor forma de honrar
Gestionar una herencia, especialmente entre hermanos, no es solo un trámite legal: es una prueba emocional, relacional y muchas veces, estratégica.
Saber cómo se divide esa “tarta” entre legítimas, mejoras y libre disposición ayuda a evitar sorpresas y tensiones. Entender el papel del cónyuge, los derechos de los padres, las opciones de renuncia o aceptación, e incluso los impuestos… marca la diferencia entre una herencia pacífica y una batalla familiar.
Porque al final, una buena planificación testamentaria no va de bienes, va de vínculos. De cuidar a los tuyos incluso cuando ya no estás. De evitar conflictos entre los que más quieres.
Y si te ha tocado estar del otro lado —como heredero o heredera—, saber cómo actuar te permite protegerte, reclamar lo que te corresponde, o incluso renunciar sin culpa cuando esa herencia no compensa.
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