invertir en empresas privadas que no cotizan

¿Sabías que más del 95% de las empresas del mundo no cotizan en bolsa? Son compañías reales, muchas muy conocidas, que siguen creciendo lejos del ruido del mercado. Durante décadas, invertir en ellas fue un privilegio reservado a grandes patrimonios, fondos institucionales y family offices. Pero eso está cambiando. Hoy, gracias a la digitalización, la regulación y la evolución del ecosistema financiero, cada vez más personas están accediendo a lo que antes parecía imposible: invertir en empresas privadas que no cotizan y formar parte de su crecimiento desde dentro.

En este artículo no te hablaremos con jerga ni con promesas vacías. Te explicaremos, con ejemplos claros y paso a paso, cómo funciona realmente este tipo de inversión, qué puedes esperar (y qué no), y cómo puedes acceder desde montos razonables, sin necesidad de ser millonario.

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Vamos allá.

¿Qué significa invertir en empresas que no cotizan en bolsa?

Cuando pensamos en inversión, lo primero que suele venir a la cabeza son acciones de empresas conocidas: Apple, Tesla, Amazon… Es decir, empresas que cotizan en bolsa. Son visibles, públicas y fáciles de comprar desde cualquier app. Pero lo que mucha gente no sabe es que eso representa solo una pequeña parte del mercado real.

La mayoría de las empresas en el mundo no están en bolsa. No aparecen en el IBEX ni en el Nasdaq. Son lo que se conoce como empresas privadas o no cotizadas. Desde startups tecnológicas hasta grandes marcas consolidadas que prefieren crecer con financiación privada en lugar de pasar por los mercados públicos.

Entonces, ¿Qué es invertir en empresas privadas?

Significa poner tu dinero en compañías que no están listadas en mercados bursátiles, a menudo a través de vehículos llamados fondos de capital privado o private equity. Estos fondos recogen capital de varios inversores (antes solo institucionales, ahora también particulares) y lo destinan a adquirir participaciones en empresas no cotizadas con un objetivo: hacerlas crecer y venderlas más caras dentro de unos años.

Por ejemplo, muchas personas no saben que marcas como Burger King, Idealista o Securitas Direct estuvieron en manos de fondos de private equity. Invirtieron en ellas, las ayudaron a escalar y luego las vendieron con beneficios. Tú podrías estar participando en historias como esas.

¿Por qué no están en bolsa?

Hay muchas razones: desde no querer asumir el coste y el escrutinio que implica cotizar, hasta simplemente no necesitarlo. Muchas empresas prefieren mantener el control interno y recurrir a financiación privada que les permite crecer sin estar expuestas a la volatilidad del mercado.

¿Y cómo puede un particular acceder?

Eso lo veremos en detalle más adelante, pero la clave está en que hoy existen fondos especializados accesibles desde 10.000 €, sin necesidad de ser un gran inversor. Lo más importante es entender cómo funciona este mundo y qué esperar de él.

Invertir en empresas privadas que no cotizan no es lo mismo que comprar acciones en bolsa. Es otra liga, con otras reglas. Pero también con otras oportunidades.

Las ventajas reales del capital privado (y los mitos que hay que romper)

Cuando se habla de invertir en empresas privadas que no cotizan, muchas veces se presentan como “la gran joya oculta del mercado”. Y si bien es cierto que el private equity tiene ventajas muy potentes, también hay mucho marketing y mito alrededor. Vamos a separar la realidad de la exageración.

Lo bueno y real

1. Acceso a un universo más amplio de oportunidades
Más del 95% de las empresas del mundo no cotizan. Eso significa que, si solo inviertes en bolsa, estás ignorando la gran mayoría del mercado real. El capital privado te permite acceder a sectores y compañías que operan en silencio… pero que crecen a lo grande.

2. Rentabilidades históricas muy superiores
Diversos estudios muestran que los fondos de private equity top —el famoso “top quartile”— han obtenido retornos netos superiores al 15% anual de forma consistente. Algunos incluso llegan al 20%-30%. Nada mal si lo comparamos con el 7%-8% promedio de los índices bursátiles.

3. Menor volatilidad, mayor estabilidad
Al no estar sometidas al vaivén diario de los mercados, estas inversiones tienen menos “ruido emocional”. No vas a ver tu cartera subir y bajar cada semana. Inviertes a largo plazo, con visión estratégica.

4. Participas en el crecimiento real de las empresas
Aquí no se trata solo de comprar y vender papeles. En el capital privado, los fondos trabajan activamente con las empresas para hacerlas crecer: las profesionalizan, las expanden, lanzan productos… y luego las venden más caras. Tú formas parte de ese proceso.


Lo que NO es y deberías saber

1. No es una inversión garantizada
Ni es un depósito, ni hay rentabilidad asegurada. Hay riesgos, como en cualquier inversión. La clave está en la buena selección de fondos y diversificación.

2. No es líquida
No puedes vender cuando quieras como harías con una acción. El horizonte típico es de 10 años: 5 años de inversión y 5 de desinversión. Esto exige visión y disciplina.

3. No todos los fondos son buenos
Hay una enorme diferencia entre los fondos de primer nivel y el resto. Por eso, entrar en una gestora que filtre bien y tenga acceso a fondos exclusivos es esencial. Como decía una de las ponentes: “preferimos tener cinco fondos excelentes a veinte mediocres”.


En resumen, el capital privado no es magia… pero sí es una herramienta poderosa si se entiende y se utiliza bien. Con acceso real, información clara y expectativas ajustadas, puede ser una de las mejores decisiones de inversión que tomes a largo plazo.

¿Cómo funciona en la práctica una inversión en empresas privadas?

Una de las primeras preguntas que surgen al hablar de invertir en empresas privadas que no cotizan es: “Vale, suena bien… pero ¿cómo se hace esto realmente?”. Vamos a explicarlo con palabras simples y ejemplos concretos.

Comprometer, no desembolsar

Cuando inviertes en un fondo de capital privado, lo que haces al principio no es poner todo el dinero de golpe, sino comprometer una cantidad. Por ejemplo: decides invertir 10.000 €. Ese es tu compromiso, pero no se transfiere todo de una vez.

En vez de eso, el fondo te irá haciendo llamadas de capital (lo que se conoce como capital calls), solicitando ese dinero de forma progresiva durante los primeros años. Esto suele distribuirse así:

  • Años 1 a 5: inversión (aportas poco a poco, según se identifican oportunidades)
  • Años 6 a 10: desinversión (recibes los beneficios a medida que las empresas se venden)

Ejemplo práctico

Imagina que te comprometes a invertir 10.000 €:

  • En el primer año te piden el 25%: aportas 2.500 €
  • En los siguientes 4 años, el resto se va solicitando gradualmente
  • A partir del año 5, el fondo empieza a vender algunas participaciones en empresas y te devuelve parte de los beneficios obtenidos (junto con parte del capital)

Este sistema te permite planificar tus finanzas, y además evita que tu dinero esté parado mientras el fondo encuentra oportunidades adecuadas.

¿Y en qué se invierte ese dinero?

Cada fondo selecciona un conjunto de empresas privadas, normalmente de alto crecimiento. Algunas están en fase de expansión (estrategia growth), otras ya consolidadas que necesitan liquidez para dar un salto (estrategia buyout), y otras en el mercado secundario (compra de participaciones existentes a buen precio).

La clave está en que el fondo no es pasivo: entra en las empresas, las profesionaliza, las ayuda a crecer y luego vende su participación a un valor mucho mayor. Ese es el retorno que luego se distribuye a los inversores como tú.

¿Qué tipo de empresas son?

Desde tecnológicas como las que apuestan por inteligencia artificial, ciberseguridad o software empresarial, hasta compañías de consumo, salud, energía o incluso real estate. Todo depende de la estrategia del fondo.

¿Cómo seleccionar buenos fondos para invertir? (y evitar los que destruyen valor)

Aquí está uno de los secretos mejor guardados del capital privado: no todos los fondos son iguales. La diferencia entre invertir en un fondo top y uno mediocre puede suponer triplicar o incluso perder dinero. Por eso, elegir bien dónde pones tu capital es tan importante como la inversión en sí.

Lo que hace a un fondo de private equity realmente bueno

1. Historial probado (track record)
No basta con que te digan que un fondo promete rentabilidades del 18%. Hay que ver si lo han conseguido antes. ¿Qué rentabilidad han dado en los últimos 10, 15 o 20 años? ¿Cómo han gestionado crisis y ciclos?

2. Un equipo gestor con piel en el juego
Los buenos fondos invierten su propio dinero en las mismas condiciones que tú. Eso se llama “alineación de intereses” y es clave. Si ellos ganan solo si tú ganas, puedes estar más tranquilo.

3. Especialización sectorial
Algunos fondos están centrados en tecnología, otros en salud, consumo, energías renovables… Cuanto más especializado sea el equipo gestor en un sector, más valor pueden aportar. La diversificación está bien, pero la experiencia pesa más.

4. Calidad de las participadas
Un buen fondo no compra cualquier empresa. Hace due diligence profunda, analiza palancas de valor, evita compañías frágiles o endeudadas en exceso y busca proyectos con verdadero potencial de crecimiento.

Tipos de estrategia: ¿en qué se diferencia un fondo de otro?

  • Growth: invierte en empresas jóvenes con gran potencial que necesitan capital para escalar.
  • Buyout: adquiere empresas ya maduras para reestructurarlas y hacerlas más rentables.
  • Secundario: compra participaciones en fondos o empresas ya en marcha, normalmente con descuentos y menos riesgo temporal.

Una buena cartera suele combinar varias estrategias para diversificar riesgos y acelerar retornos.

Qué evitar a toda costa

  • Fondos con demasiadas empresas en cartera (más de 20) sin foco claro.
  • Equipos sin experiencia demostrada en capital privado.
  • Rentabilidades infladas sin datos que las respalden.
  • Falta de transparencia en las comisiones o en el proceso de inversión.

¿Qué perfil de inversor puede entrar en esto? ¿Es para ti?

Esta es una de las preguntas más importantes que debes hacerte antes de lanzarte a invertir en empresas privadas: ¿es esta opción adecuada para ti?

Porque, aunque ahora esté mucho más democratizada, el capital privado no es para todo el mundo. Tiene particularidades que exigen una mentalidad concreta, cierta capacidad financiera y sobre todo, paciencia.

¿Qué necesitas para empezar?

1. Patrimonio disponible y visión a largo plazo
El capital privado funciona con una lógica distinta a la bolsa. Aquí el dinero que inviertes no es líquido. Estará comprometido durante varios años (normalmente 10), aunque con llamadas de capital progresivas y distribuciones a partir del año 5.

➡️ Recomendado: usar una parte de tu capital que no vayas a necesitar en ese periodo. No es un fondo de emergencia, es una inversión de crecimiento a largo plazo.

2. Perfil de riesgo medio-alto, pero informado
No hablamos de una apuesta especulativa, pero sí de un activo más complejo que la renta fija o un ETF tradicional. Entender bien en qué estás invirtiendo, cómo y por qué es fundamental. La buena noticia es que, con la formación adecuada, hoy cualquier persona puede entenderlo.

3. Curiosidad y mentalidad de constructor
Invertir en private equity es participar —indirectamente— en el desarrollo de empresas reales. Si te interesa la economía productiva, las nuevas tecnologías, la evolución de modelos de negocio… este tipo de inversión puede motivarte mucho más que ver gráficas en rojo y verde cada día.

¿Hay límites legales o regulatorios?

Sí, especialmente en España, donde la CNMV establece límites para proteger al inversor minorista:

  • Si tu patrimonio financiero está entre 100.000 € y 500.000 €, puedes invertir, pero el capital privado no debe superar el 10% de tu cartera total.
  • Si tienes más de 500.000 €, no hay límite de porcentaje: puedes construir una estrategia más agresiva si así lo deseas.

Esto no es una barrera, sino una forma de promover una inversión responsable, sabiendo que estos vehículos requieren tiempo y compromiso.

Primeros pasos: cómo empezar a invertir desde 10.000 € sin complicarte la vida

Hasta hace pocos años, la única forma de invertir en empresas privadas que no cotizan era tener millones, contactos y un equipo legal detrás. Hoy, ese escenario ha cambiado radicalmente. Existen plataformas, fondos y gestores que permiten entrar desde 10.000 €, de forma legal, segura y con todo el proceso digitalizado.

¿Dónde y cómo hacerlo?

1. A través de gestoras especializadas
Ya existen gestoras reguladas que permiten a inversores particulares entrar en fondos diversificados de capital privado desde tickets bajos. Estas gestoras ya han hecho el trabajo duro: seleccionar, filtrar y negociar con los mejores fondos del mundo.

2. Proceso 100% online y regulado
El proceso de alta es rápido (10-15 minutos), y suele estar avalado por organismos como la CNMV. Todo está digitalizado: firma, verificación y seguimiento de tu inversión.

3. ¿Cuándo se aporta el dinero?
No es necesario desembolsar todo al inicio. Como vimos antes, haces un compromiso de inversión, y las aportaciones se hacen gradualmente mediante llamadas de capital. Esto permite organizarte sin sentir que pierdes liquidez de golpe.

4. ¿Qué retorno puedes esperar?
Fondos bien gestionados han generado históricamente retornos netos de entre 15% y 20% anuales. No está garantizado, claro, pero con una cartera bien diversificada y acceso a buenos fondos, las probabilidades mejoran mucho.

5. ¿Qué pasa si quiero diversificar más?
Una estrategia interesante es construir una cartera por “añadas”: inviertes 10.000 € este año, otros 10.000 € el siguiente, y así sucesivamente. Esto te permite tener una exposición más amplia en tiempo, sectores y oportunidades.


En resumen: hoy puedes acceder a oportunidades de invertir en empresas privadas que no cotizan, históricamente vetadas, con montos razonables y sin necesidad de ser un experto financiero. Lo importante es entender bien el producto, elegir la plataforma adecuada y tener visión de largo plazo.

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