
Imagina estar tranquilamente en casa o en tu trabajo, y que de repente suena el teléfono: es la policía, pidiéndote que acudas cuanto antes a declarar. No estás detenido, pero sí citado. ¿Qué haces? ¿Vas solo? ¿Declaras? ¿Te puedes negar? ¿Cuáles serían las consecuencias de acogerse al derecho a no declarar?
Situaciones como esta son más comunes de lo que creemos, especialmente en entornos laborales o empresariales donde una denuncia, una inspección o una investigación pueden salpicar de forma indirecta. Lo que decidas en esos primeros minutos —y en especial si decides declarar o acogerte al derecho a no hacerlo— puede marcar un antes y un después en tu caso.
En este artículo te explico, desde la experiencia y sin rodeos, cuáles son las consecuencias de acogerse al derecho a no declarar, cuándo conviene ejercerlo, y cómo hacerlo sin perjudicar tu defensa. No solo desde la teoría, sino desde lo que realmente ocurre en sede policial o judicial, con ejemplos reales y recomendaciones que doy a mis propios clientes.
Si estás en una situación similar o te han citado para declarar, recuerda que puedes contar con asesoramiento especializado en derecho laboral aquí → Asesoría laboral online
Vamos paso a paso.

¿Qué significa acogerse al derecho a no declarar?
Acogerse al derecho a no declarar es una opción completamente legal y reconocida por el artículo 24 de la Constitución Española. Este derecho no solo implica que puedes guardar silencio, sino también que nadie puede obligarte a declarar contra ti mismo ni a confesarte culpable. Es, en esencia, una de las mayores garantías para cualquier persona investigada en un procedimiento penal.
Ahora bien, este derecho no se aplica solo cuando estás detenido. Puede usarse también cuando te citan para declarar en comisaría como investigado o incluso en fase judicial. Y aquí es donde mucha gente se confunde: creen que si no declaran es porque “tienen algo que ocultar” o porque “ya se les va a considerar culpables”. Nada más lejos de la realidad.
Ejercer el derecho a no declarar es precisamente una forma de proteger tu inocencia, sobre todo cuando aún no sabes de qué se te acusa exactamente, no has visto el atestado completo o no has podido hablar con tu abogado con tranquilidad.
De hecho, no estás negándote a colaborar con la justicia, simplemente estás eligiendo cuándo, cómo y con quién vas a hacerlo. Porque una cosa es declarar en comisaría sin tener acceso al expediente completo, y otra muy distinta es hacerlo más adelante, con tu defensa preparada y ante una autoridad judicial.
Hay una frase que resume esto muy bien:
“No es lo mismo hablar por sorpresa, que hablar con estrategia.”

¿Cuándo y por qué conviene (o no) declarar en sede policial?
Una de las decisiones más delicadas al recibir una citación policial es si debes declarar o no. Y aquí hay una regla de oro: nunca vayas a declarar solo. Si te presentan como investigado, y no llevas tu propio abogado, te asignarán uno de oficio. Pero no es lo mismo. Ese abogado no ha podido hablar contigo con tiempo, ni conoce tu situación a fondo.
Además, debes saber que no estás obligado a declarar en sede policial. De hecho, en la mayoría de los casos, lo más recomendable es no hacerlo. ¿Por qué?
1. Porque no tienes toda la información
En la comisaría, por lo general, no se te entrega el atestado completo ni todos los detalles del caso. A veces se comparte un resumen, pero no puedes saber con certeza qué se ha dicho, qué pruebas hay o cómo se está enfocando la investigación.
2. Porque se duplican las declaraciones
Declarar ante la policía implica que, más adelante, probablemente tengas que volver a declarar ante el juez. Esto supone un riesgo real: si das versiones distintas, aunque sea sin querer, pueden usarlo en tu contra para señalar incoherencias.
3. Porque aún no estás preparado
En sede judicial tendrás tiempo de preparar la declaración con tu abogado. En cambio, en comisaría, todo ocurre rápido, muchas veces bajo tensión, y sin haberlo trabajado antes. Puedes decir cosas mal explicadas o fuera de contexto que luego cuesten muy caro.
Y no, no declarar no te hace culpable. A veces incluso siendo inocente puedes decir algo que, mal interpretado, te implique indirectamente como cómplice, cooperador necesario o incluso como alguien que “sabía algo y no lo dijo”.
Una buena defensa empieza por saber cuándo no hablar.

Ventajas tácticas de guardar silencio
A veces, lo más inteligente no es hablar, sino saber cuándo callar. En un procedimiento penal, ejercer el derecho a no declarar no es una actitud pasiva, sino una decisión estratégica que puede protegerte de riesgos innecesarios. Aquí van algunas ventajas concretas que explican por qué guardar silencio puede ser una jugada acertada:
1. Evitas autoincriminarte sin querer
Incluso siendo inocente, puedes caer en contradicciones, interpretar mal una pregunta o dar datos incompletos. Eso se puede convertir en un boomerang. Lo que digas será usado para armar un relato, y si no tienes toda la información, puedes estar ayudando sin saberlo a tu acusación.
2. Ganas tiempo para preparar tu defensa
No estás huyendo. Estás tomando aire para prepararte bien. Cuando declaras con tu abogado, tras estudiar el atestado y hablar con calma, tu versión de los hechos es más clara, coherente y útil. No te pillan por sorpresa.
3. Proteges tu versión ante varios implicados
En casos con varios investigados, a veces lo que digas no solo te afecta a ti, sino que puede contradecir versiones ajenas o generar conflictos internos en la causa. Guardar silencio ayuda a mantener tu posición sin debilidades.
4. Puedes declarar más adelante si así lo decides
Una cosa que muchas personas desconocen: puedes guardar silencio hoy y declarar más adelante. No es una decisión irreversible. Simplemente eliges esperar a un momento más favorable para ti.
Callar no es esconderte. Es posicionarte mejor.

Posibles consecuencias negativas
Aunque acogerse al derecho a no declarar es totalmente legal y, en muchos casos, recomendable, también hay que ser realistas: no es una decisión inocua. Puede tener ciertas consecuencias indirectas, especialmente en cómo se interpreta tu silencio dentro del proceso penal.
Aquí te explico los principales matices que debes tener en cuenta:
1. El juez puede hacer interpretaciones (aunque no lo diga expresamente)
Legalmente, el silencio no puede usarse como prueba de culpabilidad. Pero en la práctica, hay jueces o fiscales que pueden hacerse una idea subjetiva: “Si no declara, es porque tiene algo que esconder”. Esta percepción, aunque injusta, puede pesar a la hora de valorar el conjunto del caso.
2. Puedes perder la oportunidad de explicar tu versión en un momento clave
En algunos procedimientos, declarar pronto puede ayudarte a aclarar malentendidos, señalar pruebas que el juez aún no conoce, o desmontar acusaciones tempranas. Si decides no declarar, esa oportunidad puede tardar en volver… o puede no volver.
3. Riesgo de que tu silencio sea usado por la otra parte
Si hay más implicados en la causa, y tú no hablas pero otros sí, puede ocurrir que el relato de los demás se imponga como “la verdad oficial”. Y tú ya vas a remolque, desmintiendo en vez de liderando tu defensa.
Por eso es tan importante no tomar esta decisión a la ligera, ni por miedo, ni por impulso. Debe ser una decisión coordinada con tu abogado, según el momento procesal, la información disponible y los objetivos de tu defensa.
Guardar silencio no es malo. Lo peligroso es no saber por qué lo haces.

Declarar ante autoridad judicial: mejor escenario
Decidir no declarar ante la policía no significa que renuncies a explicar tu versión de los hechos. Todo lo contrario. Simplemente eliges hacerlo en el momento y lugar más favorable para ti: ante el juez.
¿Por qué es preferible declarar en sede judicial?
1. Tu abogado ya ha podido revisar el expediente
En esta fase, ya cuentas con mayor información. El abogado puede consultar el atestado completo, revisar diligencias, y ayudarte a preparar una estrategia sólida. Eso significa que no hablarás a ciegas, sino con contexto y seguridad.
2. Tienes más control sobre el entorno
La declaración judicial suele ser más pausada, formal y garantista. A diferencia del entorno policial, aquí los derechos están más protegidos, y se registran todos los detalles. Además, puedes declarar y contestar solo a las preguntas del juez o de tu abogado, si así lo decides.
3. Puedes ofrecer tu versión con seguridad jurídica
El silencio puede ser útil al principio, pero llega un momento en el proceso donde hablar te da ventaja. Sobre todo si puedes aportar datos que desmontan la acusación, señalar testigos o explicar hechos con coherencia.
Por eso, cuando se toma la decisión de declarar en sede judicial, suele ser una estrategia meditada y bien construida, no una reacción improvisada.
No es lo mismo hablar por impulso, que hablar con preparación y propósito.

Guía práctica paso a paso: de la llamada a la defensa
Que suene el teléfono y te llamen de la policía para declarar es algo que descoloca. Puede pasar mientras trabajas, estás en casa o incluso de vacaciones. Pero aunque el impacto inicial sea fuerte, lo importante es actuar con cabeza, no con miedo.
Aquí tienes una guía clara y directa para saber qué hacer en cada fase:
1. Recibes la llamada o citación
Normalmente te contactan por teléfono o te entregan una citación formal. No hace falta que respondas en ese momento, ni que expliques nada. Simplemente anota los datos: quién te cita, dónde, y para qué fecha.
2. Contacta con tu abogado (de confianza)
No esperes a llegar a la comisaría. Llama a tu abogado cuanto antes. Si no tienes uno, busca un profesional penalista con experiencia. No dejes que te asignen uno de oficio sin preparación previa.
3. Decide si declarar o acogerte al derecho a no declarar
Esta decisión no debe tomarse en caliente. Junto a tu abogado, valoraréis si conviene declarar ante la policía o reservar la declaración para sede judicial. Cada caso es distinto, y el momento procesal lo cambia todo.
4. Acude a la cita acompañado y con estrategia
Ya sea para declarar o para acogerte al derecho a no hacerlo, ve siempre acompañado por tu abogado, nunca solo. Esto te protege, te orienta y evita decisiones precipitadas. Él o ella sabrá cómo actuar en caso de presión o preguntas inadecuadas.
5. Prepara la futura declaración judicial
Si decides no declarar, no significa que termines ahí. Comenzará la fase de instrucción y, más adelante, se abrirá la oportunidad de declarar con calma y preparación ante el juez. Es ahí donde podrás exponer tu versión con garantías.
Que te llamen no significa que estés perdido. Solo que necesitas una buena defensa, desde el minuto uno.

Recomendaciones clave y ejemplos reales
Después de años asesorando a personas que han recibido una citación inesperada, hay ciertas recomendaciones que repito siempre. Son simples, pero marcan la diferencia entre ir a ciegas o con las ideas claras:
1. Nunca vayas a declarar sin tu abogado
Puede parecer obvio, pero aún hay personas que se presentan solas en comisaría. Tu abogado no es un trámite, es tu escudo. Y si es de tu confianza, mejor. No dejes que te asignen uno que te acaba de conocer.
2. Puedes usar esta frase con total libertad:
“Prefiero declarar ante el juez con mi abogado”
Es legal, es clara, y nadie puede forzarte a hacer lo contrario. No necesitas justificar nada más.
3. Empieza a preparar tu declaración desde el principio
Aunque decidas no declarar en sede policial, eso no significa relajarte. Desde ese momento puedes ir recopilando datos, pruebas, personas que te respalden. Así, cuando llegue el momento ante el juez, tendrás un relato coherente y respaldado.
4. No te asustes si te llaman
Recuerda la historia con la que abrimos este artículo: esa llamada inesperada mientras estás en casa o en el trabajo. No es el fin del mundo. Es el inicio de tu estrategia de defensa.
Si quieres aplicar esto con la ayuda de un experto que ya ha acompañado a decenas de personas como tú, puedes reservar una sesión personalizada aquí → Asesoría para empresas
